SER FELIZ ES UNA OBLIGACIÓN
¿Quién es Leonardo Regusci, el personaje de la película “Jesús de Punta del Este”? Es un hombre que entiende que ser “culto” es tratar de interpretar y perfeccionar el mundo con cabeza propia. Alguien que crece, se completa y muere con una invencible vocación de eternidad, porque sabe que estamos construidos con residuos de estrellas y hechos para durar más allá de las estrellas. Por eso es feliz: por su fe. ¿Pero cuál es la base de su fe? Haber tenido la certeza, desde muy niño, de que la vida está bien hecha. Vale decir: que la vida está hecha para que podamos salvar lo que importa. Que ser feliz no es un derecho sino una obligación. Y que nadie nos puede dar esa felicidad. Hace falta construirla con la paciencia y el delicado sacrificio que hace brillar a las montañas, las flores y los caballos. Lo que podemos repartir es la fe, pero la felicidad de cada uno la construye cada uno. Y esa la única manera de que la humanidad resplandezca más acá y más allá de toda la tristeza y la desgracia juntas. Y el dOlOR llegue a ser nada más que ORO alquímico: mierda hecha maravilla. Los que se divirtieron con Leonardo Regusci llamándolo “Jesús de Punta del este” eran, en cambio, adictos al “bienestarcito”: sufrían de la “arterioculturosis” que genera el pequeño poder de sentirnos dueños y señores de una PAX-LUX artificial hasta que la resaca nos recuerda que nuestro esqueleto sigue loco de miedo. Y si aparece un revolucionario como Leonardo Regusci, tratando de tallar las facciones del mar en los desiertos, primero hay que ignorarlo y después ejecutarlo. Pero está escrito que los asesinos de los Hombres Nuevos no saben lo que hacen. Porque en esta preciosa vida los gusanos también están bien hechos: no saben comer almas.
HUGO GIOVANETTI VIOLA
¿Quién es Leonardo Regusci, el personaje de la película “Jesús de Punta del Este”? Es un hombre que entiende que ser “culto” es tratar de interpretar y perfeccionar el mundo con cabeza propia. Alguien que crece, se completa y muere con una invencible vocación de eternidad, porque sabe que estamos construidos con residuos de estrellas y hechos para durar más allá de las estrellas. Por eso es feliz: por su fe. ¿Pero cuál es la base de su fe? Haber tenido la certeza, desde muy niño, de que la vida está bien hecha. Vale decir: que la vida está hecha para que podamos salvar lo que importa. Que ser feliz no es un derecho sino una obligación. Y que nadie nos puede dar esa felicidad. Hace falta construirla con la paciencia y el delicado sacrificio que hace brillar a las montañas, las flores y los caballos. Lo que podemos repartir es la fe, pero la felicidad de cada uno la construye cada uno. Y esa la única manera de que la humanidad resplandezca más acá y más allá de toda la tristeza y la desgracia juntas. Y el dOlOR llegue a ser nada más que ORO alquímico: mierda hecha maravilla. Los que se divirtieron con Leonardo Regusci llamándolo “Jesús de Punta del este” eran, en cambio, adictos al “bienestarcito”: sufrían de la “arterioculturosis” que genera el pequeño poder de sentirnos dueños y señores de una PAX-LUX artificial hasta que la resaca nos recuerda que nuestro esqueleto sigue loco de miedo. Y si aparece un revolucionario como Leonardo Regusci, tratando de tallar las facciones del mar en los desiertos, primero hay que ignorarlo y después ejecutarlo. Pero está escrito que los asesinos de los Hombres Nuevos no saben lo que hacen. Porque en esta preciosa vida los gusanos también están bien hechos: no saben comer almas.
HUGO GIOVANETTI VIOLA
1 comentario:
Olá! também gostei muito do seu blog... vou colocar como indicação na minha página!!!
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