viernes

4 TEXTOS DE JUAN ANDRÉS KUSTER

Juan Andrés Kuster, que tiene diecisiete años, pertenece a la generación de Virginia Miller y Pablo Ezquerra, y también trabajó un tiempo en el Taller Literario del Laboratorio de Artes que dirigió Leonardo Regusci. Además de escritor es cantautor, y estudia guitarra con Willy Wood.

1

TOCANDO FONDO

Atrás del lente hay un hombre que tiene como único ángel su bastón, usa sombrero para iluminar la noche que no ve. Viaja hacia el monte amarillo.
En su destino aceitoso se festejaba la noche del traidor, reconocida por su carnaval donde se brindaba con miel cochina y bailaban matreros travestidos en pájaros. El hombre del bastón blanco no venía a saborear oros sucios / venía a tocar fondo / venía desnudo.
Ni bien llegó al primer árbol enfermo cien lobos saltaron a cada edad del ciego: comieron cada músculo del invasor nudista.
El pasto seco y los árboles enfermos fueron regados por el mejor vino del ciego y empezaron a apuntar a las estrellas. Sólo quedaron sus huesos que se revistieron de amor por todas las criaturas.

2

PRELUDIO

En este infierno lunar que tala cipreses todavía existen barcas que tienen por timón el corazón y por vela la magia. Estas barcas-jardines pelean contra el huevo, el gusano y todas las vías del confort.
Por eso el mago no le tiene miedo al diluvio y eyacula todas las sillas que le ofrecen descanso maternal.
No va a tapar el sol con la mano: lo va a parir en su música, para quemar las cortinas.

Si así está el mundo, nosotros venimos con el corazón en las manos. Vengan.

3

EL BANQUETE DE ASMODEO

Ya no había vida en su plato: eran sólo hojas secas. Los cubiertos eran de oro virgen y el vaso atrapó una mosca de níquel que murió ahogada hace años. El mantel era una bandera manchada con sangre de los pulmones.
La luna misma preparó el banquete y esperó al rey-lobo que volvería del diluvio que no había empezado.
No era mi comida pero me alimenté del vómito de los toros / me alimenté para hacer barcas y llegar al puerto de los pájaros.

4

LES ECHÉ LAS JOYAS A MIS CERDOS

Las flores con olor a cementerio que me ofreciste -que besé- malacostumbraron a mis pulmones cansados de cantar. Se enamoraron de mí cuando las puse en agua: ellas ya me estaban sirviendo el vaso de vino que recé.
Corrí a las farmacias a buscar mis últimos peces pero en las plazas las urnas me llamaron a bailar.
Estaban todas azules.

No hay comentarios: